miércoles, 13 de enero de 2010

Música para el alma


El hecho de que no puedas ver algo
no significa que no esté ahí
Pequeños guerreros.

Lo tenía en mi cabeza y en mi corazón, eso es lo bueno de la música,
nadie te puede quitar eso, hay algo dentro de ti
que no pueden alcanzar, que no pueden tocar.
Sueño de fuga.



En estos días grises de enero, Nanda, se levanta a veces de mal humor, difícilmente regala alguna palabra, está de malas y punto. Tal vez al despertar no encontró la cocina tan limpia como la dejó al irse a descansar la noche anterior, tal vez tuvo un mal sueño en el que alguno de sus parientes queridos está en problemas. Y cierto o no, con eso tuvo para ser invadida por la angustia, la impotencia y por lo tanto, la muina.
Así que anda por ahí, limpiando de un lado a otro con su huipil amuzgo, la cara seria, pensativa, sensible, anda que no la calienta ni el sol, menos si amaneció nublado.
Nanda no conoce marido, es un angelito que ya pasa de los 30 y así parece que se irá al cielo. Admira mucho a las mujeres que ya tienen hijos, pero también dice que un niño es mucho trabajo. Si lo sabrá ella, que tuvo que cuidar a su hermana recién nacida cuando su madre murió en el parto. Entonces tenía Nanda 16 años y asegura que perder a su madre es uno de los dolores más grandes que ha tenido en la vida, quien tiene a su madre y su padre es una persona de mucho valor, de fuerza, es una persona rica, rica.

Ya está oscureciendo y mientras yo estoy por terminar de echar afuera las telarañas de mi estudio, sacudiendo el polvo de todo el año en compañía de Molotov y El gran silencio, Nanda, desde su cuarto, recostada en la cama dice unas cuantas palabras:

-¡Paso las canoas!
-¿Qué dijiste Nanda?
-Por favor, pon Paso las canoas, tú dijiste antes tienes Paso las canoas, solo ese.
-Ah los Donnys, sí espérame tantito.

Me apuro a complacerla con la melodía solicitada.

-¡Sí, esa mero!

La escucha con nostalgia, en seguida pregunta, solicitando otra rola:

-Sombra negra, ¿tienes Sombra negra?
- Sí

Respondo, cuando ya comienzo a sentirme como rocola, cuando ya comienzo a sentirme amenazada por el tema de ese bolero costeño clásico cuyo autor y cantante no puedo asegurar su identidad, pero la voz es la de siempre, dolorosa, desgarradora: el despecho, el resentimiento, el odio, la culpa… a los dioses gracias, que no son sanos sentimientos para el alma, ni un buen augurio para iniciar el año.
No obstante, hago un esfuerzo y complazco al angelito amuzgo. Irónicamente un bolero que a mí me hace temblar a ella la pone contenta, le recuerda a Zacualpan, su casa, su familia…
Pero no todo termina ahí, ya encanchada me pregunta si no tengo música del grupo Kumbala ese que mienta con nostalgia Adulfo Carmona (la berenjena) en una de sus canciones de lo que alguna vez fue el Dueto huehueteco compuesto por él y Gabino García:

-ese sí música buena, yo tengo caja de puro cassette, ese Kumbala, yo pongo allá en mi casa solita.
-No, ahí si te voy a quedar mal que del Kumbala no tengo nada, Nanda pero tú no bailas.
-Aquí cues, pero allá en Zacualpan sí.

Entonces recuerda otra cumbia buena para bailar:

-¡Carolina!, ¿tienes voy Carolina?
-Ah, el Mar Azul
-¡Ándale! esa está buena.

Pero antes de llegar a la famosa cumbia del Original Mar Azul, se atraviesa otra del mismo grupo que me pide dejar escuchar primero:

-déjala primero esa Pajarito bobo, esa está buena pa´ bailar.

Nanda está sentada, escuchando música, su rostro es distinto, ahora sonríe, platica, recuerda, mueve sus manos y otra vez llueven las preguntas:

-¿por qué si tú tienes música de Costa Chica, no pones tú, yo no escucho que tú pones toros los días?
-Si la escucho, pero a veces esa música me pone triste, me hace sentir tanta nostalgia que luego quiero salir corriendo para allá y en este momento tengo que estar aquí, sacudiendo ¿entiendes? -¿Te gustan mucho los corridos Nanda?
-Nomás Paso las canoas y Tino Rodríguez.
-¿Te gustan otros boleros además de Sombra Negra?
-Poco, más cumbia, música pa´bailar, esa me gusta, esa si está buena.

Nanda habla y entiende poco español, hay que hablarle despacio, explicarle para que entienda y no haya confusiones, siendo de personalidad tan sensible, la cosa se complica. Pero yo creo que a ella le pasa lo que a cualquier otro costeño con canciones en inglés, portugués u otros idiomas cuyo contenido no entendemos pero nos dejamos guiar por la melodía, por su ritmo y magia.
Porque no solo las palabras son el único medio de comunicación humana. Al oído amuzgo de Nanda le gustan los ritmos producidos por los negros de Huehuetán, Cuajinicuilapa y Pinotepa, que esto de negros es una forma de distinguir que no son amuzgos, aunque bien se sabe por estos rumbos que todo negro tiene una madre o abuelo indio y comparte sus costumbres y que si se han unido para formar matrimonios, familias y sociedades pues con más razón ritmos musicales.

Ya es de noche y en esta oscuridad, Nanda ya no está triste, ni enmuinada; tiene la luz de los Donnys y por supuesto, la insustituible luz del Internacional, del original Mar Azul y con esta luz mágica ha viajado desde Acapulco hasta su tierra amuzga, se siente de nuevo en casa, en familia. Puede mirar a sus seres queridos, a los mismos que mira en sus sueños y en los que piensa todo el tiempo aunque... esté lejos.




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