domingo, 14 de marzo de 2010

Suele pasar

Qué difícil es constatar
que donde quieres estar no debes
y donde debes estar no quieres.





Carretera

Puntos, puntos blancos
en la carretera:
¿hacia dónde vamos?
¿a dónde me llevan?
A mí no me gusta el invierno
prefiero la primavera.
El cuerpo descubierto
a las gruesas franelas.
Puntos, puntos blancos
en la carretera:
llévenme pa´ mi Costa
llévenme pa´ mi tierra.
¡Quiero sentir su calor!
¡Quiero mirar sus palmeras!

lunes, 8 de marzo de 2010

Luz en el corazón

Andrea Revueltas, luz en el corazón
Rafael Vargas

Proceso/1739

20 falleció, a los 71 años de edad, Andrea Revueltas, profesora e investigadora universitaria de larga trayectoria cuyo principal campo de estudio fue la política y la cultura mexicanas.
Tenemos una marcada proclividad a referirnos a las mujeres por el parentesco o relación que guardan con un hombre. Son las esposas, hijas, amantes, hermanas o madres “de”. Todavía solemos llamarlas así cuando se les presenta ante otra persona. Es en parte comprensible porque históricamente las mujeres estuvieron sujetas a una abrumadora dependencia económica, social y política –hay que recordar que el derecho al voto sólo les fue reconocido tardíamente, a fuerza de una impresionante lucha–, pero en nuestro tiempo esta inercia verbal se vuelve cada vez más chocante, porque es obvio que el valor de una mujer no se ciñe a tales relaciones ni su vida se define por ellas.Lo anterior porque, al comenzar este texto sobre Andrea Revueltas, pareciera que la enorme figura del gran narrador y luchador político José Revueltas abarcara a su hija mayor y la disminuyera, aunque nada habría sido más ajeno a su ánimo –ni nada podría ser más injusto.Andrea Revueltas Peralta, al igual que su madre, Olivia, era una mujer que, como reza el lugar común, brillaba con luz propia e iluminaba a quienes tenían la fortuna de acercarse a ella.Así lo constatamos sus muchos amigos, y sin duda gran parte de las innumerables personas que fueron sus alumnos, puesto que Andrea se prodigó en la docencia durante casi medio siglo. Comenzó a dar clases de español a nivel medio superior en 1964, y al final de su vida estaba a punto de ser honrada por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) como Maestra Distinguida, calidad equivalente a la de Maestro Emérito en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).Después de dar clases en la Escuela Nacional de Antropología e Historia y en las facultades de Filosofía y de Ciencias Políticas de la UNAM, Andrea Revueltas contribuyó con su trabajo a consolidar la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la UAM, en cuyo Departamento de Política y Cultura hizo investigación, dirigió tesis y dio clases por más de 30 años.Con dos maestrías, una en sociología urbana por la Universidad de Nanterre y otra en filosofía por la Universidad de Vincennes, más un doctorado en ciencias políticas por la propia Vincennes (obtenida con una tesis sobre el Estado mexicano moderno), Andrea Revueltas aplicó su inteligencia a tres líneas de investigación: el estudio del Estado mexicano; el de la cultura y el sistema políticos de México, y el análisis del pensamiento político crítico en el siglo XX.Empeñar su vida en tales afanes evidencia el consejo que su padre debe haberle dado en repetidas ocasiones y que expresó por escrito por lo menos en la carta que le envió desde México a Francia el 12 de enero de 1972:“Tu mamá me informó por teléfono que te habían aceptado la licenciatura en Vincennes, lo que por ende te permitirá realizar ahí mismo la maestría. No te dejes llevar de la tentación de volver a México. Este país necesita de gente que sepa disparar las armas de la crítica, de lo contrario se lo llevará el carajo.”La educación es una parte de la lucha política tan importante como la participación directa, y desde ese terreno Andrea Revueltas luchó de manera incansable. Desafortunadamente, el trabajo académico tarda en llegar a los lectores no especializados, pues hay un grave desfase entre la realización intramuros y la circulación de la investigación universitaria. Para divulgar su trabajo, valorarlo y aprovecharlo cabalmente, habrá que recoger ahora en varios volúmenes los muchos informados y rigurosos ensayos que ella escribió acerca de temas como “Cultura política: El uso de las emociones para conservar el poder”; “Las transformaciones del Estado y sus repercusiones sobre la identidad nacional”; “Modernidad y mundialidad”; “Modernidad y tradición en el imaginario político mexicano”; “El Tratado de Libre Comercio de América del Norte y la integración México-Estados Unidos”, “Globalización y regionalización: el caso de México”.Sin duda porque ella misma advertía cuán poca disponibilidad editorial suelen tener las obras que contienen ideas críticas, la otra parte prominente de su trabajo fue la organización y difusión de la vasta obra de su padre, en especial de su obra teórica y política, que prácticamente no existiría si no fuese por la devoción con que ella y su esposo, el escritor francés Philippe Cheron, se dedicaron a editarla en el curso de una década.Es admirable el trabajo de edición –en el mejor y más rico sentido del término, que implica un esfuerzo de comprensión, investigación y ordenamiento, no la mera compilación de materiales– que hicieron. (Y Philippe Cheron, además, se ha esforzado por dar a conocer la obra de Revueltas en francés, tanto traduciéndola como escribiendo sobre ella.)Gracias a la concienzuda labor de ambos, contamos con los 26 espléndidos volúmenes que forman las Obras completas de José Revueltas impresas por ediciones Era, que tantas cosas pueden decirnos a los mexicanos en los días que corren.En estos días, precisamente, se hacen pertinentes las palabras de Carlos Liebknecht que José Revueltas le recuerda a su hija Andrea –a quien en su correspondencia siempre trata como su igual, su confidente– en una de las últimas cartas que le envió desde Lecumberri: “sé fuerte siempre, con la mayor cantidad de luz en el corazón.”Esas palabras rigieron la vida de Andrea Revueltas.