miércoles, 28 de septiembre de 2011

Viento negro

6:30 de la mañana, todavía reina la oscuridad, las estrellas se esmeran en ofrecer los últimos minutos de su espectáculo, más, cuando el escenario celeste es todo suyo y la luna se guarda, para despertar espléndida a principios de octubre.
Solas, lucen las calles de Ñuu Oko, algunos estudiantes, caminan tranquilamente por las calles en dirección a sus escuelas. Suenan fúnebres, las campanadas de la iglesia. El señor Santiago, despierta temprano. Un viento tibio, con olor a brisa marina, procedente de Corralero, se deja sentir en el cuerpo.
Vientos de misterio cuestionan el alma: ¿Cuánto tiempo? ¿Cuántos minutos mas, nos quedan de calma?

lunes, 26 de septiembre de 2011

¡ Celebración !

Golondrinas
de pecho blanco
y alas negras,
vuelan
escandalosamente
buscando
un refugio
en el techo de la pérgola.

Tarde apacible
y fresca
la de Ñuu Oko,
después de un día
agotador
y soleado.

¡Basta ya!
¡Tranquila!

No es tiempo
de llorar
ni de quejarse.
No albergues
en tus ojos
una sola lágrima
de tristeza.

Los autos transitan
cándidamente.
La gente ríe
conversa, camina;
mientras los niños
juegan en el parque.

El dinero se ausenta
la represión pasea
sensual, entre la gente.
Nada más cierto.

Pero...
¡Aún estamos vivos!
¡Celebremos, la salud
que conservamos!

Al menos, aquí
nadie ha iniciado
abiértamente
el sucio juego de las balas
bañadas de miedo y muerte.

martes, 5 de julio de 2011

El necio: Silvio Rodríguez

Para no hacer de mi ícono pedazos
para salvarme entre únicos e impares
para cederme un lugar en su parnaso
para darme un rinconcito en sus altares.

Me vienen a convidar a arrepentirme
me vienen a convidar a que no pierda
me vienen a convidar a indefinirme
me vienen a convidar a tanta mierda.

Yo no sé lo que es el destino
caminando fui lo que fui.
allá dios que será divino
yo me muero como viví.

Yo quiero seguir jugando a lo perdido
yo quiero ser a la zurda más que diestro
yo quiero hacer un congreso del unido
yo quiero rezar a fondo un hijo nuestro

Dirán que pasó de moda la locura
dirán que la gente es mala y no merece
más yo seguiré soñando travesuras
acaso multiplicar panes y peces

Yo no sé lo que es el destino
caminando fui lo que fui
allá dios que será divino
yo me muero como viví.

Dicen que me arrastrarán por sobre roca
cuando la revolución se venga abajo
que machacarán mis manos y mi boca
que me arrancarán los ojos y el badajo
será que la necedad parió conmigo
la neceda de lo que hoy resulta necio
la necedad de asumir al enemigo
la necedad de vivir sin tener precio.

Yo no sé lo que es el destino
caminando fui lo que fui
allá dios que será divino
yo me muero como viví
yo me muero como viví
yo me muero como viví

lunes, 16 de mayo de 2011

Lazos de sangre

para B y R

Nos golpeamos
entre nosotros,
pero ningún frastero
viene a partirnos
la madre
que para eso
somos hermanos
con los puñetes listos
para el pendejo burlista
que quiera ofender
la sangre.

lunes, 25 de abril de 2011

Nothing else matters

Nada más importa
(Metallica)

Tan cerca, no importa cuan lejos.
No podría ser más desde el corazón.
Siempre creyendo quiénes somos
y nada más importa.

Nunca me abrí de esta forma
la vida es nuestra, la vivimos como queremos.
Estas palabras que acabo de decir
y nada más importa.

Conifanza busco y encuentro en ti.
Cada día para nosotros algo nuevo.
Mente abierta para una vista diferente
y nada más importa.

Nunca importó por lo que hicieran
nunca importó lo que supieran
porque lo sé.

Tan cerca no importa cuan lejos.
No podría ser más desde el corazón.
Siempre creyendo quiénes somos
y nada más importa.

lunes, 14 de febrero de 2011

Del "paradisíaco" puerto de Acapulco

Odio esta ciudad

Por Jesús Mendoza Zaragoza.

“Odio esta ciudad”, me decía una jovencita ante la ola de ejecutados, máxime cuando las hay de personas inocentes, como en el caso del niño Rodrigo Antonio Cortés Jimenez, de apenas 7 años, levantado y encontrado después envuelto en una bolsa de plástico en una colonia de nuestra ciudad. Las manifestaciones violentas cada día sorprenden más por su refinada crueldad y por los excesos inimaginables como es la ejecución de un niño que no tenía por qué pagar con su vida los asuntos que hubiera entre los mayores. La irracionalidad de la violencia no tiene límites y está poniendo en cuestión todo y a todos. ¿Qué hemos hecho de nuestra ciudad? ¿Qué hemos hecho del país para que tenga niveles de inseguridad tan dramáticos? Este tipo de cuestionamientos suelen surgir cuando la violencia toca en carne propia o muy de cerca. El hecho es que la violencia misma tiene que ser puesta en cuestión, reconociendo las responsabilidades que compartimos todos en su génesis y en su desarrollo. Sin este reconocimiento no puede haber solución de fondo que valga. En este sentido, los ciudadanos necesitamos hacer un severo examen de conciencia con respecto a nosotros mismo por las acciones y omisiones que han permitido que la violencia se adueñe de nuestras calles. El estilo individualista de vida ha abonado siempre a favor de los criminales y de los que abusan de las personas y de los pueblos. Cada quien reacciona sólo cuando lo tocan y los niveles de solidaridad hacia las víctimas de la violencia suelen ser ocasionales y superficiales. Y por otra parte, el miedo se ha adueñado de la conciencia de la gente que no le permite ni hablar ni actuar. Una sociedad miedosa está paralizada, abandona a las víctimas y permite que los criminales expropien sus calles. Las calles ya no son nuestras, puesto que la ley de los criminales se ha impuesto causando estelas de muerte por donde pasan. Y, ¿qué decir de las autoridades? Si, por una parte, no se puede generalizar, si podemos afirmar que nos han fallado. Nos han fallado porque les hemos dado el mandato de organizar la seguridad de todos. Y no lo han hecho por omisión y por colusión. Hay la percepción de que muchas autoridades han sacado ventajas de las actividades ilícitas del crimen organizado y han preferido sus intereses al interés público. El poder público es una vergüenza por su ineficacia y por sus complicidades. Y lo peor es que muchos de quienes detentan ese poder no se ruborizan de ello. Sentimos enojo y vergüenza de nuestros policías, de nuestros legisladores, de nuestros presidentes municipales, de nuestros gobernadores y demás porque no han hecho su tarea a favor de la sociedad y han permitido ya un número impresionante de víctimas. ¿Cuántos más deben morir para que reaccionen y cumplan con sus responsabilidades públicas?Es que el poder público está tan distraído en el ejercicio del poder a favor de todo, menos de la sociedad. En este tiempo, la clase política debiera tener vocación al martirio para ejercer responsabilidades públicas. Pero si su vocación es el poder, no podemos esperar protección de su parte. Están tan ocupados en asuntos de poder, en pelearlo, en conservarlo, en arrebatarlo, en comprarlo, en corromperlo que no se enteran de las mil formas de victimización que se están dando en una sociedad inerme como la nuestra que ya está enferma de miedo. Es de suponer que la violencia en nuestra ciudad aún no toca fondo y todavía nos hace falta ver más refinamiento de la crueldad y del sadismo. ¿Es preciso esperar a que toque fondo esta creciente violencia antes de que nos levantemos para recuperar nuestras calles? ¿Qué esperamos? ¿Que el odio a esta ciudad y a los criminales que la controlan aumente? Deberíamos avergonzarnos de nuestra apatía y de nuestros miedos.

(Periódico El Sur/14/02/2011)